Pues bien, después de un escarpado ascenso a la colina de al lado. Nos encontramos con una vistas maravillosa de la acrópolis. Al llegar a lo alto, recuerdo que mencioné, "no hay ni Perry". Error. Perry estaba allí, ejerciendo de magnífico anfitrión para los atrevidos visitantes que escalan para contemplar las musas, y de paso el paisaje.
Perry, como le bautizamos, es uno de los miles de perros que vagabundean por Atenas, que son vacunados y alimentados por el Estado y los hospitalarios atenienses. Son inofensivos, duermen en la calle, esperan a que el semáforo se ponga verde para cruzar la calle y se les ve sanos y cuidados, siguen y acompañan al turista en su devenir por la ciudad. Perry, nos enseñó el lugar y nos mostró también la bajada más segura a los pies de Filopapo. Luego regresó a la cima de la colina a esperar más visitas.
Más de mil fotografías que nos hemos traído de Grecia, y creo que 999 son de Perry y sus amigos.